Helena D. Kruczynski

Descarada. Le gusta aprovecharse de su puesto, se divierte con el sufrimiento ajeno en casi todos los aspectos. Dura, impulsiva y violenta si es necesario. Voluble, terca, hasta caprichosa, pero sensata. Es libre a su manera, detesta que alguien pretenda controlarla. Borde en una primera impresión, no tiene confianza en nadie y siempre es inicialmente reacia. Si te agarra confianza, no soltará esa fina cuerda que te ata. Es una tumba. Blanco y negro es su mundo y detesta los rodeos. Sigilosa, le gusta mucho observar, razona y piensa mucho antes de actuar con respecto a su trabajo. Fuera de este, sí es, como dije, impulsiva. Reservada, callada, audaz. Arriesgada, pataleta, respondona. En su vida, una sola persona ocupa los primeros lugares y es ella misma.

Responsable, presuntuosa, osada. Le gustan los retos y no se niega a ninguno. Le encanta la sensación de ser incontrolable, de decidir en qué punto empieza y en cuál termina, casi que puede parecer una persona sola. Lo es, lo disfruta hasta cierto punto. Tampoco es que planee estar toda su vida así, no espera a nadie, pero disfruta al máximo lo que puede de cada segundo que transcurre, porque cada segundo más es un segundo menos.

Se fija en una decisión, en un objetivo, pero su carácter podría variar. A pesar de esto, siempre conseguirá lo que quiere. No necesita de terceros. No suele mostrar emociones, pero le encanta sentirlas. Por esto mismo es seria y pasional a la vez. Manipuladora, peligrosamente astuta. Coqueta, desinhibida, espontánea, siempre obtiene lo que quiere. Ten cuidado con lo que deseas. No dejes que su apariencia te engañe.

Padre ruso, madre española. Tiene varios hermanos hermanos, pero hace mucho no tiene trato con ellos, pues ella se fe de casa muy pronto.

Antes de entrar en el flshback, he de contar que Helena perdió la memoria en su primera vez realmente como policía.

Nació en lo que ahora es San Petersburgo, cuando el frío asechaba cada rincón de la ciudad. La hija del medio, igual a su madre. Ella parecía tener un don de empatía, una reconocida política, de esas que parecen no existir más, que son justas hasta la punta del pie. Su padre, un economista ruso que dio un aporte importante a su país para la última crisis. Por supuesto que a Helena no le interesaba ni una, ni otra cosa e Isabel y Johannes no hicieron más que apoyar a sus hijos. Como era de esperarse, siempre fue tanto la mimada y consentida, pero. Ella no le gustana esto. La hostigaba. La única en desacuerdo con un mandatario español era ella, tenía sospechas, pero su madre siempre le decía que sus opiniones se las guardara, si no quería meterse en problemas. En secreto, se juntaba con personas que pensaban lo mismo, pero esto dejó de suceder cuando su interés por las armas superaron el gusto anterior. Le parecía ridículo mo poder expresarse pero se limitó a seguir los estereotipos. Empezó a entrenar a corta edad. Cuando cumplió los dieciséis, se metió a una escuela policial. Se graduó tiempo después. Dejó a su familia en ese entonces. Comparte desde ese tiempo un piso en el centro de la ciudad. Un día, al regresar, tuvo la suerte de toparse con traficantes. Estos lograron ser atrapados, pero ella recibió tal golpe que cayó en coma, y al despertar, perdió la memoria. Estuvo en tratamiento por mucho tiempo, incluso volvió a tomar clases y revalidó su título policial. Su familia le contó todo, para que su memoria no esté toralmente vacía, pero su madre hizo que su creencia política se desviara.

Ahora, trabaja de policía, a veces de seguridad. Lo curioso es que acaba de enconrrar un diario y seguir apoyando a los españoles no es precisamente su plan.